3/29/2016

Mes que un club...



Yo con el futbol, y con otras muchas cosas, no sé por donde empezar. Soy incapaz de entender tanta pasión volcada en unos colores que a menudo acaban en frustración, con una excepción singular: el Barcelona de los últimos años. De aquella coplilla de la transición en la que el Barça era “mes que un Club” al que añadieron “un Puticlub”, ha surgido un fenómeno deportivo inédito, al que el recientemente fallecido Johan Cruyff no es ajeno, en opinión de muchos. Esa superioridad deportiva y técnica se ha trasladado con naturalidad a los seguidores culés de tal forma que se han convertido en unos espectadores moderados y flemáticos muy del gusto de aquel espíritu del “seny” catalán, aquello de la sensatez y el sentido común, que sin embargo ha desaparecido del panorama político con el rebrote del nacionalismo radical.


 Secesionamos, mamita
  • ARCADI ESPADA
He leído varios comentarios, entre ellos el de Teodoro León Gross (bienvenido a esta casa), sobre el artículo que escribió el presidente Puigdemont después de la muerte de Johan Cruyff. Le reprochan al presidente que se haya apropiado del cadáver de Cruyff para hacer política, y en concreto política independentista. Comprendo el reproche, aunque detecte una cierta falta de práctica, porque en Cataluña hasta las tiendas de lencería hacen baja política independentista. Pero es que, además, la apropiación empalidece ante la verdad oblicua que el candoroso artículo exhibe. En efecto. El proceso independentista es el hijo, y muy legítimo, de la euforia que Cruyff instaló como entrenador en Cataluña, y que continúa.
El Fútbol Club Barcelona llevaba trescientos años sin ganar. Recuerdo con placer melancólico cómo arrinconaba a mis amigos de infancia exhibiéndoles las seis copas de Europa del Real Madrid, mientras ellos apenas podían oponerme unas cinco copas azulgranas que debieron de ganarle al Granollers de Upsala. Si uno lleva 300 años sin ganar y repite, a modo de conjuro, que el FC Barcelona es más que un club, de ello se sigue que seguirá siéndolo cuando empiece a ganar. Y así ha sido, y así es: la confusión entre el FC Barcelona y Cataluña se ha hecho avasalladora. Incluso estética: es imposible distinguir entre una manifestación por la independencia de otra por la victoria en la Champions. Y ese grito, In-de-pen-dèn-ci-a!, tan futbolero. Hasta la llegada de Cruyff cualquier catalán honrado sabía que mucho más difícil que alcanzar la independencia era que el FC Barcelona ganara una copa de Europa. Algunos empiezan a mosquearse por el hecho de que hayan ganado ya más de una y la independencia siga sin llegar; pero aún están lejos de sacar las conclusiones racionales pertinentes.
La independencia está llena de mentiras despreciables. Las balanzas fiscales, la marginación de la lengua catalana, la laminación de las competencias, la legitimidad del derecho a decidir... Un arsenal de mentiras. Pero la mutación genética del Fútbol Club Barcelona es una verdad indiscutible. La única verdad. Llevo algún tiempo diciendo esto, oralmente y por escrito. Y recogiendo la habitual e ingrata incomprensión. La analogía entre deporte y política ofende a los secesionistas. Creen que es una argumentación frívola e innoble. Les debe de parecer demasiado parecida al proceso. En cualquier caso, yo ya he cumplido y cedo la palabra a la autoridad. "Ahora salimos a ganar", ha dicho Puigdemont, un entrenador para un pueblo.

3/14/2016

La música del universo

Cuanto más leo la prensa más increible me parece que las noticias que ocurren en el mundo a diario siempre caben en el periodico, lo decía Jerry Seinfield. Claro que Woody Allen tambien dijo que había fracasado al entrar al equipo de ajedrez por su altura. Y después están los que oyen música en cualquier cosa...

Sonidos

Sin duda Monterroso tenía razón: pocas cosas como el Universo. Quizá sólo los calamares…

Cuando inauguró en Donosti el Peine de los Vientos, ahora se cumplen cuarenta años, despertaron curiosidad los respiraderos de aire y agua en el entorno diseñado por Peña Ganchegui. A mí me gustaron porque los surtidores que brotan de ellos cuando aprieta la marea pueden recordar el chorro de las ballenas: “¡Por allí resopla!”. Pero corría la leyenda de que los tubos estaban dispuestos de tal modo que en ciertas ocasiones el húmedo aliento que salía de ellos dejaba oír: “Askatasuna”, que no es el nombre de una deidad hindú sino la voz en euskera para “libertad”. Un amigo bastante impresionable se lo tomó en serio y en cuanto veía olas en Ondarreta corría al Peine para escuchar el mensaje marino. Volvía decepcionado, murmurando: “Yo sólo oigo brumm, brumm…”. Creo que se culpaba a sí mismo de perderse el milagro.
Ahora la gente interesada por esas cosas anda revuelta con las ondas gravitacionales, de las que sé poco (mejor: nada) salvo que su descubrimiento dicen que prueba un acierto centenario de Einstein. Juan Calaza sostiene con razones eruditas que no hay tal, pero yo prefiero creerlo: necesitamos héroes que no sean deportistas. Otro amigo se ha empeñado en hacérmelas escuchar por Internet. Como me conoce, advierte para que no me distraiga: “¡Es la música del universo!”. Presto toda la atención de que soy capaz, empeño mi escaso lado místico en la audición, pero lo que oigo me suena a una sartén donde están friendo calamares. Como supongo que será culpa mía, pongo cara de éxtasis y, tras rebuscar un rato, expectoro: “¡Sobrecogedor!”. Mi amigo asiente, con la satisfacción inconfundible del misionero que ha logrado bautizar otro caníbal. Sin duda Monterroso tenía razón: pocas cosas como el universo. Quizá sólo los calamares…

2/24/2016

Hablame del mar, marinero



“Si quiere ser feliz por un día, emborráchate. Si quieres ser feliz por 3 días, cásate. Si quieres ser feliz toda la vida, hazte jardinero.”
Dicen que dice un proverbio chino pero ni la borrachera te asegura un día de felicidad, (más bien un día de resaca, con su dolor de cabeza incorporado debido a que el cerebro de deshidrata porque el alcohol inhibe el funcionamiento de unas hormonas antidiuréticas llamadas vasopresinas. Lo que no sabemos es que el 23 % de la población es resistente a las resacas, que las mujeres son más propensas, que los bebidas con burbujas empeoran las resacas, lo contrario que el dulce, y para rematar, el tabaco lo hace todo peor).
 La felicidad en tres días con el matrimonio es todavía más dudoso, según los últimos estudios, la ilusión y felicidad de una pareja recién casada solo dura un par de años, después ambos vuelven al estado de felicidad que tenían antes de casarse. (la razón principal es que es imposible mantener la misma intensidad emocional pues caeríamos en una obsesión patológica que afectaría a nuestra vida cotidiana).
 Y por último, la felicidad a través del jardín tiene su aquello. Según una encuesta reciente, los jardineros y los floristas son los trabajadores más felices en el Reino Unido (en el lado contrario están los que trabajan en la banca). A las pruebas me remito.

 Nicole y los jardineros
Y ahora diréis que esto no tiene nada que ver con la subida del mar registrada en el siglo XX y que amenaza con poner la playa de San Lorenzo en el barrio del Coto o en la colina “El Real”, según subes por la carretera de Ceares, al lado mismo donde los jesuitas trajeron el colegio desde Carrión de los Condes, porque en el que tenían allí, hoy noviciado, eran mayoría los alumnos internos asturianos.

El mar se elevó en el siglo XX más rápido que en los 3.000 años anteriores

Las aguas subirán hasta un metro este siglo si no se reducen las emisiones en las próximas décadas


La subida del nivel del mar es para la comunidad científica actual tan verdad como que la Tierra giraba alrededor del Sol para Bruno y Galileo. Sin embargo, no hay el mismo consenso sobre el origen de esta elevación y, en especial, el ritmo al que las aguas suben. Ahora, dos estudios paralelos han mirado al pasado y al futuro de los océanos. Hacia atrás, el mar subió en el siglo XX más rápido que en los 3.000 años precedentes. Para adelante, si no se reducen las emisiones de forma drástica y ya, el nivel del mar podría ascender alrededor de un metro en lo que queda de siglo.
A los sucesivos trabajos que han ido cifrando la elevación del mar a escala planetaria les faltaba contexto. Dar una cifra sin situarla en el marco de la historia del planeta, apenas informa sobre la gravedad o normalidad de ese ascenso o sobre el papel de los humanos en él. Por eso, el trabajo realizado por una decena de investigadores de otras tantas universidades es novedoso: cifran los centímetros que ha subido el mar en los últimos siglos llegando hasta el presente.
Usando datos de 24 localizaciones, entre ellas Muskiz y Urdaibai en la costa vasca española, del rastro que ha ido dejando el mar en la tierra, los investigadores publican en la revista PNAS cuánto ha cambiado el nivel del mar en los últimos tres milenios. Para confirmar sus estimaciones, usaron 66 registros de mareas de todos los continentes, con algunos que se remontan a 1700. Con esos 300 años pudieron validar sus cálculos para el resto del periodo.
El nivel del mar subió el siglo pasado 14 cm y podría subir hasta un metro en lo que queda de siglo XXI
"La elevación en el siglo XX fue extraordinaria en el contexto de los últimos 3.000 años", explica en una nota el profesor de ciencias de la tierra de la universidad Rutgers (EE UU) y principal autor del estudio, Robert Kopp. En concreto, y siempre con cierto grado de incertidumbre, el nivel del mar subió el siglo pasado en 14 centímetros. La cifra, sin el contexto, puede parecer pequeña. Pero casi dobla el máximo alcanzado en 2700 años. Es decir, más que la elevación total, lo que alarma es la velocidad con lo que lo ha hecho.
El estudio muestra además otro fenómeno que agrava esos 14 centímetros. Desde el inicio de la Era Común, hace 2.000 años, el nivel del mar ha variado mucho con el paso del tiempo pero para acabar donde estaba. Hasta el siglo VIII, el mar se elevó muy lentamente unos 7 centímetros. Pero desde entonces, y en particular a partir del año 1000, el agua no dejó de descender hasta repuntar en el XIX.
Las variaciones responden, según los autores del estudio, a los cambios en la temperatura media global. Así, del 1000 al 1400, periodo en el que el planeta se enfrió unos 0,2º, los océanos se elevaron unos 8 centímetros. Por eso, el calentamiento global iniciado con la Revolución Industrial coincide también con el acelerado proceso de subida del nivel del mar, una subida que, como recuerda Kopp, "aún ha ido más rápida en las últimas dos décadas". De hecho, según los autores, si se eliminara el cambio climático de la ecuación, el nivel del mar no habría aumentado, sino descendido.
Un segundo trabajo, también publicado en PNAS, mira hacia adelante. Partiendo de la evolución del nivel del mar, investigadores Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Postdam (PIK, Alemania) y el español Instituto de Geociencias del CSIC, han proyectado hasta dónde subirán las aguas en lo que queda de siglo empujadas por el aumento de la temperatura fruto del calentamiento global.
"No podemos impedir que el mar suba, pero podríamos reducir su ritmo si dejamos de usar combustibles fósiles"
 Anders Levermann, científico del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Postdam
Aún si se lograran los objetivos de reducción de emisiones firmados en la Cumbre de París, el nivel del mar se elevará entre 20 y 60 centímetros. Y eso en el escenario más positivo. En el caso de que ni siquiera se cumpla con lo acordado en la capital gala, los océanos podrían elevarse entre 85 y 130 centímetros.
"Con tantos gases de efecto invernadero ya emitidos, no podemos impedir que los mares se eleven, pero podríamos reducir sustancialmente el ritmo al que suben si dejamos de usar combustibles fósiles", sostiene el investigador del PIK y coautor de la investigación, Anders Levermann.
El estudio, además, señala las principales fuentes del aumento del nivel del mar, dando una estimación de su grado de responsabilidad. Así, tienen en cuenta la expansión térmica. Al aumentar la temperatura, las aguas se calientan y un agua más caliente se expande. Este fenómeno aportará entre 15 y 19 centímetros para 2100, según el escenario de emisiones que se haya logrado para entonces.
Por su parte, el deshielo de los glaciares de las grandes cordilleras podría aportar hasta 11 cm de elevación marina. La pérdida de masa helada y la descarga de sus glaciares harán que Groenlandia aporte otros 27 cm en el peor de los casos. Con la Antártida, los investigadores reconocen tener más difícil modelar su evolución, pero barajan una horquilla de aportación de entre 6 y 13 centímetros. Los cuatro orígenes del aumento del nivel del mar pareen tener, en todo caso, la misma fuente: el calentamiento global antropogénico.

2/04/2016

Cambios



Los que estaban aquel día en la charla que dio el catedrático de ecología de la universidad, Anadón, sobre el cambio climático recordarán las evidencias tan serias que fue señalando como indicios de que algo muy importante estaba pasando, y también recordarán que en aquel momento, allá por la primavera del 2009, había muchas dudas incluso en ambientes científicos sobre el alcance del cambio climático, por no decir que se había convertido en un arma política que algunos descerebrados utilizaban sin ninguna mesura. Hoy la cosas han cambiado, excepto para algunos de aquellos descerebrados, y hay un mayor consenso científico a la vista de la generalización de algunos fenómenos, como el deshielo precipitado del casquete polar ártico. Julio Llamazares acude a su memoria infantil para advertir esos cambios en su entorno de la vertiente sur de la cordillera Cantábrica.

Salud

Cigüeñas

El mundo ha cambiado tanto que ya nada es como era, ni el clima, ni las costumbres de las cigüeñas, ni las supersticiones

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Si rebobinara el tiempo y regresara a los años de mi adolescencia, ayer habrían vuelto las cigüeñas a sus nidos, el sol derretiría la nieve acumulada en las calles durante todo el invierno y mi madre me habría llevado a Sabero a pedirle a San Blas, el santo protector de la garganta, que cuidara de la mía, trayendo de regreso de su ermita agua bendita y caramelos también bendecidos con ella para chuparlos cuando tuviera anginas o faringitis. Pero el tiempo ha pasado con velocidad de vértigo y ni las cigüeñas han vuelto, porque nunca se fueron, pues el clima se ha suavizado mucho últimamente, ni el sol derrite la nieve, pues ya no nieva apenas, ni mi madre me llevaría a Sabero, pues ya no vive y yo lo hago muy lejos de aquella ermita a la que peregrinábamos toda la gente del valle minero para pedirle a San Blas que protegiera nuestras gargantas.
En apenas medio siglo, el mundo, no sólo España, ha cambiado tanto que ya nada es como era, ni el clima, ni las costumbres de las cigüeñas, ni las supersticiones. En sólo 50 años, que son los que uno recuerda, la humanidad y el mundo han cambiado tanto que cuesta reconocerlos a poco que uno los rememore en los años sesenta o setenta del pasado siglo y los compare con los de hoy. Y, sin embargo, el tiempo y el calendario siguen siendo los de siempre, lo cual produce un desfase entre nuestra realidad y ellos. Pasan los meses, las estaciones, se suceden uno tras otro los días y las fechas señaladas, cada uno con su recuerdo o su celebración adherida a él, pero ya apenas se corresponden con una meteorología modificada cada vez más por un cambio climático que ya ningún científico niega y por unas circunstancias culturales que evolucionan de día en día también a lomos de los avances tecnológicos, del desarrollo vertiginoso de la medicina y de otros conocimientos humanísticos y de la propia inercia del tiempo. La religión, las costumbres, los hitos del calendario que nos señalan el paso de este por nuestras existencias no son así, pues, más que anticuados recuerdos, cigüeñas imaginarias que ya no vuelan, como las verdaderas, salvo en nuestra imaginación. Y, sin embargo, el tiempo sigue pasando, sucediéndose a sí mismo día tras día y mes tras mes, matándonos poco a poco sin que lo percibamos, salvo de la ligera forma en la que la describió el poeta: “Y como nubes pasarán los días”. Lo único que no cambia (que no cambiará nunca) es ese augurio de las cigüeñas que cada febrero vuelve, crepuscular y latino a un tiempo.

1/23/2016

Espléndido pasado

La temprana muerte de Jose Luis Alvite nos impide conocer su opinión sobre el vano intento de modernizar algunas de las tradiciones hispanas relacionadas con la Navidad, disfrazando a los Reyes Magos de Merlínes reivindicativos y solidarios o de señoras con el pelo como Lucía Bosé,  por parte de los que proclaman eso de  "Nunca más un pais sin su gente y sin sus pueblos", no sin antes acabar con "la Casta" política que los aupó ahí; pero si sabemos lo que opinaba de los nacionalistas del terruño, que entre cosas abogaban por el cambio de huso horario para sentirse mas cerca de Gran Bretaña que de Asturias.




José Luis Alvite

Nacionalismo (I)
En Galicia los chavales estudian castellano, gallego, francés e inglés, pero muchos creen que la gramática es una enfermedad venérea, así que cuando .acaben el bachillerato, estarán en condiciones de fracasar en cuatro idiomas. Los perros, como no van a clase suelen ser los más espabilados de la casa. En los círculos .nacionalistas lleva años arraigada la idea de elevar la lengua gallega por encima de la lengua castellana hasta conseguir su progresivo e implacable destierro. Al mismo tiempo, el nacionalismo defiende el estudio de una historia estrictamente autóctona y como quiera que en Galicia no andamos sobrados de personajes, a lo mejor en los manuales hay que incluir la alineación del Celta de Vigo, previa nacionalización del ruso Mostovoi y la decoloración racial del brasileño Wagner. En cuanto al ferrocarril de alta velocidad, no faltará quien defienda la supremacía de la Santa Compaña como medio de comunicación de masas. A Valle-lnclán, naturalmente, ni mirarte a la cara. En un acto de magnanimidad, a don Ramón María acaso se le permitiese pasar la fregona en los baños de cualquier biblioteca de pueblo. Hay que negarte el agua a los que pensaron o escribieron en castellano y se niegan al reciclaje redentor. En la Televisión de Galicia pasan en versión original muchas películas anglosajonas pero se dobla al gallego los culebrones venezolanos. Claro, hay un problema: la lengua gallega carece de autores vivos de calidad comparable a Cunqueiro, a Blanco Amor, a Pedrayo o a Cabanillas, así que lo que cunde entre la intelectualidad vernácula es un lenguaje saturado de ideología y de hostilidad que en algunos políticos uttranacionalistas podría considerarse tenencia ilícita de armas. Al diputado Paco Rodríguez, por ejemplo, le gustarla que incluso los números de la lotería se tradujesen al gallego. El caso es que los gallegos de aldea saben que para hablar como el diputado Paco Rodríguez, además de su rencorosa entonación, se necesitaría una buena dentadura postiza. Yo creo que si nos gobernase alguien así, a Galicia le esperaría un espléndido pasado
.
Nacionalismo (II)
Hay muchas maneras de. acotar la nacionalidad, según lo que nos convenga sea una definición geográfica, sociológica, política, gastronómica... Alguien escribió que a falta de una identidad genética incontrovertible, en la Galicia atrasada de hace unos cuantos decenios la nacionalidad podía definirse por el diagnóstico del bocio, con lo cual lo que teníamos no era una identidad política sino una patología. El moderno nacionalismo se inclina por criterios culturales, sobre todo
teniendo en cuenta la extensión del idioma como factor de cohesión. Temen los ideólogos de ese nacionalismo que la merma idiomática determine el estropicio de su idea de la nacionalidad como emulsión política de la comunicación. El problema es que la lengua inglesa ha penetrado en el tejido cultural de toda España, incluidas las denominadas nacionalidades históricas, y sólo en la morfología de la gaita se conserva en Galicia la entereza idiomática del idioma gallego.
Al ritmo que va el polémico asunto de la globalización, lo previsible es que incluso aprendamos a callar en inglés. En Galicia el bocio ha dejado de ser un distintivo nacional-endémico y las nuevas patologías son internacionalistas.. Los ideólogos nos globalizan el pensamiento, la moda nos globaliza la ropa, la cirugía plástica nos globaliza la cara y por si fuera poco, el Pentágono
amenaza incluso con globalizamos la muerte. Y a nadie se podrá permitir la vanidad intelectual de morir en gallego de una enfermedad autóctona y envidiable que merezca salir en las placas de hígado y en el escudo de armas. Está claro que ahora aquí la gente se muere a granel, como se muere en Kansas o en la Lorena entre otras cosas porque la muerte no se anda con la pamplina del diccionario y va al grano en su propio idioma, en el universal idioma de la fatalidad.
Naturalmente hay que conservar ciertas señas de identidad, una manera de comer, el chaleco conmemorativo del abuelo, el chinero y el reloj de pared. Pero a sabiendas de que el verde de nuestra tierra y el caudal de sus ríos nos viene en la lluvia que nos trae el aire de otra parte. Y el aire, amigo mío, no se sabe de memoria las banderas que ondea.

Nacionalismo (y III)
Parece claro que el nacionalismo gallego no guarda celosamente en secreto las ansias expansionistas del nacionalismo del lIl Relch, entre otras cosas porque la fuerza ideológica del BNG, por ejemplo, carece de la industria pesada que se necesita para que cuaje el expansionismo. Pocos pueblos son tan celosos como el gallego a la hora de conservar su identidad cultural, su folclore, su gastronomía e incluso el tesoro de sus supersticiones. Sin embargo, se trata de una militancia en la nostalgia más que de un posicionamiento hacia adelante. Vivimos en permanente estado de restauración, no solo idiomática, sino paisajística, inmobiliaria y emocional. Le hemos devuelto a la piedra su peso en el paisaje catastral e incluso en la gastronomía, en la que tiene creciente éxito el «pulpo á pedra».
Desconfiados de los principios de la física tradicional, hay .gallegos que se sentirían más a gusto si pudiesen volar a Nueva York en un avión de granito. La piedra nos conecta a la tierra.
Somos un pueblo panteísta que no aspira a la independencia tanto como a la soledad. Tuvimos la enorme ventaja de que por estar mal comunicados, ni siquiera llegó aquí al guerra civil. Fue una suerte, habríamos tenido que tomar una decisión, con lo que nos cuesta pronunciarnos. Yo creo que en una guerra civil, a los gallegos nos harían prisioneros los dos bandos en contienda.
Es cierto que muchos gallegos combatieron en la guerra del 36 ·pero yo creo que más que como una «cruzada», se lo tomaron como una emigración. Nadie aquí reconoce haber disparado un solo tiro en defensa de nada ni de nadie. Mi abuelo materno me Juró haber leído tres novelas aprovechando la luz de los obuses durante la batalla del Ebro. Cuando se licenció, mi abuela le echó una bronca por haber vuelto tan tardea casa.. Obviamente, no hablo en serio del nacionalismo. Creo que sólo un enfermo mental puede tomarse en serio una doctrina que
propone que los pájaros aprendan a volar en el interior de un féretro.