En Galicia se sabe bien, no hay nada claro, y aquí mejor, se
sabe, está claro, pero no se actúa. “La mafia rural” dijeron algunos y no
pasa nada, la ley de “Omerta” en los pueblos, tampoco pasa nada. Impunidad es la palabra, es decir, la falta de castigo. Los
ganaderos se ponen la venda antes de que los acusen y las autoridades
medioambientales (?) no se ponen ni la venda. Hay que esperar la opinión de
algunos “expertos” y otros recién llegados a la asunto de la gestión medioambiental por los vericuetos de la política, para saber si algún día
nos encontraremos con que de repente no hay incendios de ningún tipo, ni para quitar
la maleza, ni para acotar pastos, ni por venganzas, ni para traficar con madera, ni para recalificar, ni siquiera porque han
dejado suelto al pirómano del pueblo. Osea, como pasa en Cantabria y en el País
Vasco.
Mientras tanto, las subvenciones, tardías pero subvenciones,
cubren los daños que ocasionan los animales salvajes, y también desde que
existe este maná público, no muere el ganado de muerte natural. La Santa
Compaña, que aquí es la Güestia, es un juego de niños comparado con este galimatías.
Somos unos fenómenos y todavía no lo sabemos
“Los que queman
Galicia son gallegos y eso duele”
Agentes forestales
y propietarios de tierras reparten culpas entre el uso irresponsable del fuego,
los intereses económicos y la falta de medios
Un resoplido, un suspiro de casi agobio, es lo primero que expresa quien
escucha la pregunta: ¿por qué en Galicia hay tantos incendios? ¿Por qué hay más
que en casi ninguna otra parte de Europa? El aire lo toman quienes están
familiarizados con el asunto y saben, antes de arrancar a hablar, que la
respuesta -las respuestas- son complejas. Ninguna completa y casi todas
susceptibles de debate.
Tras años de azotes los gallegos comienzan a ponerse de acuerdo en algunos
puntos. Por ejemplo, el que señala que casi todos los fuegos en Galicia son
intencionados. Tras ellos está la mano humana, ya sea por negligencia,
intención o pura maldad.
Están de acuerdo los gallegos también en que, habiendo quien está dispuesto
a plantar fuego, monte no le va a faltar. Galicia es una de las regiones de
Europa con mayor masa forestal. Es decir, con condiciones climáticas secas es
un escenario idóneo para propagar un incendio. O varios.
Estas condiciones parecen ir a más. Los llamados días de factor 30 (más de
30 grados de temperatura; menos de 30% de humedad y más de 30 km/h de viento)
son, cada año, más numerosos y, sobre todo, se dejan ver en meses que se alejan
del verano, como ha ocurrido el pasado domingo, en pleno octubre. En estos días
los incendios avanzan de forma más veloz que una persona esprintando y se
reproducen como si estuvieran cayendo sobre Galicia bombas incendiarias.
“La Xunta no está aplicando estas
leyes correctamente. Y esto puede ser porque no quiere enfrentarse a la Galicia
rural, que le da muchos votos”
El primer debate aparece cuando hablamos de en qué estado está esta masa
forestal. Para la mayoría de gallegos hay mucho que mejorar. “Tenemos un monte
dividido en parcelas privadas minifundistas que se multiplican hasta lo
incontable y la mayoría de ellas están abandonadas por propietarios que se han
ido a vivir a las ciudades”. Lo explica Diego Sánchez, coordinador del Área de
Montes del Sindicato Labrego Galego (
SLG).
“Precisamente, donde esto no ocurre, donde hay cooperativas que cuidan el monte
o multipropiedades, apenas hay incendios”. Es el caso de la Mariña de Lugo, al
norte de Galicia.
En los incendios del pasado domingo, la mayoría de casas afectadas fueron,
precisamente, aquellas deshabitadas o descuidadas, que estaban rodeadas de
maleza o árboles.
“Los propietarios han perdido el interés en sus parcelas porque solo están
centrados en sacar un beneficio relacionado con la madera. No hay campañas de
información o sensibilización para variar plantaciones o cuidar las parcelas de
monte”, dice Diego.
Xosé Santos, vocal del Consello Forestal de Galicia, añade: “Hemos perdido
el mosaico en nuestros montes. Ese que alternaba bosques, cultivos, ganado y
que se cuidaba entre sí en forma de cortafuegos. Ahora ya no hay ni bosques,
solo plantaciones forestales”.
Esta realidad de un monte casi combustible de incendios se da a pesar de que
la Xunta de Galicia lleva años regulando el uso del monte. “Existe leyes que
obligan a mantener las parcelas sin maleza, a que no haya árboles a menos de 50
metros de las viviendas y a podar. Pero no se cumplen”, dice Diego. Y he ahí
uno de las claves de por qué Galicia arde.
“La Xunta no está aplicando estas leyes correctamente, no está haciendo una
vigilancia exhaustiva. Y, sobre todo, no está ejecutando las denuncias que les
llegan. Y esto puede ser porque no quiere enfrentarse a la Galicia rural, que
le da muchos votos”, añade Diego.
Manuel Núñez es propietario pontevedrés de varias parcelas de monte. “Claro
que nadie cuida sus trozos de monte. Muchos van a ver las parcelas cada diez
años, otros no tienen dinero ni tiempo para desbrozar. Y a otros simplemente es
que no les da la gana subir al monte a desbrozar en invierno, ya que la Xunta
nos prohíbe ir en verano”.
"¿Cómo va a ir la gente a
desbrozar el monte en invierno con el frío y la lluvia? Más rápido es prenderle
fuego"
Desde el gobierno gallego han afirmado en numerosas ocasiones que, pese a
que cada año se vigilan más, es materialmente imposible llegar a cada uno de
los miles de propietarios.
“Esta imposibilidad o esta negativa a limpiar el monte hace que algunos
propietarios usen el fuego para ahorrarse la limpieza o la posible multa. Y
aquí tenemos uno de los factores claves de por qué hay tantos incendios en
Galicia”. Lo afirma un agente forestal gallego con más de 20 años de
experiencia y que pide no dar su nombre. “Este es un tema tabú en Galicia y la
gente prefiere echar la culpa a todo menos a nosotros mismos. Y mira, te voy a
decir una cosa: aquí nadie viene de fuera a plantarnos fuego. Ni tampoco viene
de Portugal o aparecen de la nada. Los que queman Galicia son gallegos. Y eso
duele escucharlo".
El uso
irresponsable del fuego
Xosé Santos, del Consello Forestal, participó hace años en un trabajo de
campo en el que se intentaba dilucidar los motivos de los incendios forestales
en Europa. Él, junto a otros compañeros agentes, era el encargado de trabajar
sobre el terreno en Galicia. “Yo iba por parroquias preguntando por qué había
habido un fuego. En una me decían: ‘Uy rapaz, es que vinieron los hijos de unos
emigrantes y tenían que mirar dónde están las lindes para vender’. En otro
incendio me dijeron: ‘Para limpiar la maleza’. En otro porque había alimañas y
lobos. Y así decenas de motivos. La conclusión es que se sigue usando el fuego
en Galicia como herramienta. Y esto es un factor clave”.
Está de acuerdo el agente forestal. “En mi distrito hubo tres incendios este
fin de semana. Dos fueron provocados por ganaderos y otro por cazadores. Aquí
en Galicia todavía hay muy poca formación y educación. Todavía queda muchísimo
de ‘el monte es mío y lo quemo si quiero’, por ignorancia o por simple cabreo
con la Administración”.
Diego Sánchez, del SGL, discrepa. “Creo que el uso del fuego como
herramienta rural es algo del pasado. Y mucho menos si hablamos de pirómanos o
delincuentes. En ningún caso aquí hay más pirómanos que en otros sitios ni
tampoco están organizados. Hablar de terrorismo incendiario es desviar la
atención sobre los verdaderos intereses del fuego: los económicos”.
¿Está el dinero
detrás?
Cree que sí Diego. “Hay un interés por el monocultivo de eucalipto”. Un
interés que, según Diego, tiene relación directa con empresas gallegas de
celulosa.
La teoría la apoya Xosé Santos, del Consello Forestal. “En 1992 la el
conselleiro de Medio Ambiente, Carlos del Álamo, aprobó un plan forestal para
Galicia que se extendía hasta 2032. El plan recogía la plantación de 250.000
hectáreas de eucalipto. Bueno, pues en el año 2000 ya había 300.000 y ahora hay
casi medio millón. Hoy Carlos del Álamo es consejero de una empresa de
celulosa”.
"Aquí en Galicia todavía
queda muchísimo de ‘el monte es mío y lo quemo si quiero"
El eucalipto es un árbol que prende y combustiona de una forma muy rápida,
propagando los incendio a una velocidad mucho mayor que especies autóctonas
como el castaño o el roble. La falta de cuidados en los eucaliptales hacen que
no estén podados y se den incendios de copas, esto es, llamas altas que pueden
saltar de una foresta a otra en distancia de hasta 500 metros.
El supuesto interés de las empresas de celulosa por los eucaliptos es que es
una madera más barata para hacer papel. Pero el agente forestal no está de
acuerdo: “Es una teoría de la conspiración. A las empresas de celulosa le
sobran eucaliptos y hace años que la Xunta frenó la plantación. Además,
procesar la madera quemada es más costoso que hacerlo con la sana. ¿Por qué
querría estas empresas incendios?”.
“Yo no digo que los quieran”, replica Xosé. “Pero sí quieren eucaliptos. Y
su masiva presencia ayuda a los incendios”.
Los recortes y las
privatizaciones
¿Hace Galicia lo suficiente contra los incendios? ¿Es la falta de medios
otro factor que explica el fuego galaico?
Otra vez hay debate. Para el agente forestal más no se puede hacer. “La
Xunta invierte unos 140 millones de euros al año contra los incendios. Tenemos
un equipo contra el alto riesgo que está dispuesto casi cinco meses al año.
Pero cuando el riesgo es extremo, como el pasado domingo, es materialmente
imposible llegar a todas partes. A no ser que queramos invertir 300 millones de
euros al año, claro”.
El conselleiro que aprobó la
plantación de eucaliptos en 1992 (árbol idóneo para haer papel) es hoy
consejero de la empresa de celulosa más importante de Galicia
Está relativamente de acuerdo Xosé Santos, pero matiza. “Tenemos una buena
inversión en extinción, pero no en prevención. No hay políticas de
sensibilización e información, como sí las ha habido en Francia o Alemania y
han casi solucionado el problema. No hay interés en ejecutar la ley y tener
mano dura. Hay un enorme desinterés”.
Otra crítica que Xosé lleva a cabo es la contratación de brigadas forestales
temporales a través de empresas privadas. “Es un asunto que hace mosquear, que
forma parte de la economía del fuego”. El agente forestal replica: “Las
empresas helitransportadas cobran lo mismo haya incendios o no. Igual que las
brigadas, que son contratada cinco meses al año y que, por cierto, estaban
contratadas el pasado domingo. Hay que sacar ya los incendios de la vida
política”.
Hay más consenso cuando se habla de intereses urbanísticos. “Urbanizar un
monte quemado es imposible a día de hoy. Eso a pesar de la modificación de la
Ley. De hecho, es que no ha habido un solo caso desde que se aprobó la ley”,
dice el agente forestal. Xosé coincide: “Está muy regulado. Creo que es desviar
el tiro”.
Manuel Núñez, el propietario pontevedrés, concluye: “Sea por lo que sea,
este es nuestro terrorismo. El que nosotros sufrimos. Y hay que arreglarlo ya.
No podemos más”.